Diario de lenguas quiere llamar la atención sobre la creciente desaparición de lenguas originarias y más concretamente, sobre la precaria existencia de las lenguas y culturas precolombinas en América Latina, lenguas de las cuales 773 se encuentran al borde de la extinción. Quiere alertar sobre el exterminio de poblaciones que se oponen a la integración al modelo económico vigente y la proliferación de un desmesurado optimismo tecnológico.

Es una exposición que invita a tomarse la otredad en serio. Incita a abrirse a otras experiencias culturales, a otras temporalidades. Pone el foco sobre el hecho de que el otro no es una página en blanco, tiene sus saberes, sus remedios, su mundo propio.

Se trata de series de dibujos y piezas en forma de lenguas hechas durante la pandemia, periodo en el que la artista se dedicó a estudiar la re-escritura de la colonización del Nuevo Mundo por parte de sociólogos y antropólogos de los países latinoamericanos, personajes como Aníbal Quijano, Bolívar Echeverría, Enrique Dussel o Rita Segato, entre otros. Insiste en personas como Berta Cáceres, asesinada por oponerse a la construcción de una presa hidroeléctrica o Cristina Calderón, desaparecida en febrero del año en curso, última en hablar el yagán. O en personajes revolucionarios poco conocidos que formaron parte de la escalofriante historia de Haití: Toussaint Louverture y Sanité Belair.

Por otro lado, las lenguas de tela remiten al órgano que hace de bisagra, comunica el exterior con el interior y enlaza nuestro entorno con nuestro cuerpo. Nos ayuda a alimentarnos y nos hace formar parte de una cultura a través del habla. Así mismo, es la continuación del tema de las lenguas realizadas en diferentes materiales por la artista a partir de los años 80 que ya entonces manifestaban su interés por el lenguaje.